dissabte, 5 de desembre del 2015

Teletocracia


¿Que tienen en común Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias? Muchos pensarán con razón que todos son candidatos a la presidencia del Gobierno por sus respectivos partidos pero lo que interesa en éste artículo es destacar que todos, sin excepción, se han paseado por los platós de televisión mostrando su cara más simpática y alejada de la política.

Sí, dentro de los medios de comunicación los candidatos a la presidencia, con la aquiescencia por no decir insistencia de sus respectivos jefes/as de campaña y asesores/as, han terciado que la televisión les puede hacer llegar incluso y sobretodo a aquél rincón tan apetecible; el de los indecisos.

La televisión actúa como un mecanismo de comunicación masivo en el que el espectador observa como los candidatos/as (o sus más próximos colaboradores) gustan de mostrarse simpáticos y con una apariencia de sinceridad en programas que pueden tener que ver o no con la política pero que buscan el acercamiento del político/a al electorado mediante la 'caja tonta'. Una ilusión donde más información realmente significa menos y más distorsionada.

Pues bien. Estamos asistiendo impávidos a una peligrosa tendencia que no es nueva pero que jamás había sido tan pronunciada como una suerte de dictadura de la televisión o, cuanto menos, a un poder omnipresente y omnipotente de configurar lo que se denomina como opinión pública (u opinión publicada según se mire). ¿Qué papel juega la televisión en la separación de poderes? ¿A qué nivel está respecto al poder ejecutivo, del legislativo y del judicial? ¿La información que proporcionan las distintas cadenas es objetiva o puede tener visos de tendenciosa?

Las respuestas a éstas preguntas deberían hacernos pensar mucho. Hoy no cuenta el discurso sino como se comunique el mismo. No cuenta el fondo del candidato sino el aspecto externo y la buena imagen. El candidato es casi una suerte de marca sujeta a las reglas del marketing político más actual. Los asesores de comunicación política se han convertido en los nuevos gurús que coadyuvan a que los ciudadanos, casi como en una estantería de supermercado, demos importancia a unos temas e ignoremos otros. De ciudadanos participativos a consumidores de contenidos políticomediáticos.

El politólogo italiano Giovanni Sartori en su libro 'Homo videns. La sociedad teledirigida' habla una suerte de “vídeo-política” en la cual, dado que la democracia ha sido definida a menudo como un “gobierno de opinión” en la actualidad es formación de la opinión, esa inducción, principalmente la genera la televisión. No es casualidad que un Gobierno se vea condicionado por la presión mediática. Ni tampoco que el Parlamento se vea inducido a aprobar una ley en una determinada dirección u otra en función del trato brindado por los medios. Tampoco que en la administración de justicia exista un concepto tan lamentable como la 'pena de telediario' en donde más que el principio a la presunción de inocencia se parte de una suerte de presunción de la culpabilidad.

Rajoy y Sánchez con Bertín Osborne, Rivera e Iglesias con Pablo Motos. Los principales grupos mediáticos financiados, principalmente, por entidades financieras e incluso algunos por grandes fondos de inversión.

Toca reflexionar sobre el poder de la televisión; la teletocracia. 


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada